domingo, 1 de junio de 2008

La energía para el cambio

Para emprender cualquier acción necesitamos energía. Para pararnos de la cama un día de lluvia, cuando estamos particularmente cansados, necesitamos algo que nos impulse, ya sea un estímulo negativo (evitarse problemas en el trabajo) o uno positivo: el entusiasmo que nos da visualizarnos haciendo algo que nos gusta, por ejemplo irnos de viaje.
Muchas veces, con tantas actividades diarias en un día que parece cada vez más reducido en horas, nos quedamos sin energía para emprender un cambio, para buscar alcanzar una meta, hacer algo por nosotros mismos. Necesitamos una dosis adicional de energía para el cambio. Cuando tenemos un entusiasmo por algo, ese entusiasmo es una fuerza que nos impulsa.
Entonces, recuerda una situación en la que tuviste un gran entusiasmo por algo, una gran expectativa, imagínalo, siéntelo de nuevo, llénate de esa energía. Otra manera de aumentar nuestros niveles energéticos es con la RESPIRACION, respira visualizando (imaginando) que entra una luz por la cabeza y llega a todas partes del cuerpo, en especial el corazón. RELAJATE unos minutos, imagina que cada parte de tu cuerpo se llena de energía, piensa en qué color asocias con la fuerza, llénate de ese color; relaja la mente, concéntrate en los sonidos a tu alrededor, cuando llegue un pensamiento obsérvalo y déjalo pasar. RIETE, recuerda algo que te haya causado mucha gracia, haz que tu cuerpo se mueva con la risa.
¿Eres una persona confiable? Cuando te comprometes con alguien para hacer algo ¿lo cumples? Entonces, ¿por qué no cumplir contigo mismo? Esa fuerza que sacas para cumplir con los demás, úsala para cumplir contigo. Regálate media hora a la semana, para estar contigo mismo, sentirte, relajarte, orar, meditar... Yo creo que era para eso que Jesús se apartaba a la montaña para estar solo unos minutos, para llenarse de energía, de las bendiciones de Dios, y poder seguir dando, dando, dando.

Lecturas recomendadas para el aumento de la energía: Recuperación Energética Superior, de la Dra. Lucelia Saavedra, y La Novena Revelación, de James Redfield.