domingo, 13 de julio de 2014

Purifica tu aura


Todo es energía. Tu cuerpo físico, emociones y pensamientos emiten energías. Algunas de ellas se van quedando colgadas en ese espacio que te rodea, que llamamos aura. Las rabias, los miedos, angustias y pensamientos repetitivos son pesos en esa atmósfera que envuelve y atraen situaciones, personas y energías similares.  
Además de nuestras propias emanaciones, en el aura a veces se quedan energías de otras personas, como por ejemplo la envidia de otros, y también los miedos colectivos, los pensamientos de violencia, etc.

También tu aura puede estar afectada por egregores, que son entes creados por los pensamientos y emociones de los seres humanos; hay positivos y negativos. Son condensaciones de pensamientos, deseos y emociones, con cierta autonomía. Los egregores de la violencia son como demonitos que andan sueltos y pueden inducirte a agredir a otros. Los vicios son una de las manifestaciones de los egregores, quienes se alimentan de la energía que emanas cuando te entregas a los vicios y adicciones.

Hay varias formas de contaminación. Hay quienes hablan de "bichitos astrales", "larvas", "entidades de baja frecuencia", etc. Podemos pedir que se purifique el aura de toda entidad y ser dañino.
Asimismo, algunas personas se sienten mal porque hay almas en pena a su alrededor o espíritus instalados en sus casas. Cuando muere una persona y sus seres queridos no aceptan que se fue, le piden que no se vayan, la retienen y no le permiten ir a donde le corresponda. Esto abre portales para que pase ésta y otras almas que anden vagando, que no sepan que murieron o que crean que su misión es ayudar a los que se quedaron aquí. Si se les retiene, esas almas desencarnadas pueden terminar absorbiendo energías de los que se quedaron y estos se pueden enfermar.

Hay personas que sufren angustias y tienen pensamientos suicidas porque (entre otras cosas) un alma en pena, que muy probablemente se haya suicidado, está haciendo peso en su aura.
Esto no tiene que ser motivo de asustarse, sino de ocuparse. Como hijo, hija de Dios que eres,  puedes limpiar tu aura y conectarte con la luz divina y su protección.

En terapia, la limpieza o nivelación de energías es algo que nos allana el camino para otros procesos de sanación.

Entonces, así como lavamos el cuerpo físico, también nos conviene depurar el aura y limpiar energéticamente nuestros espacios.

Algunas maneras:
Sal marina y limón:  Puedes bañarte con sal marina y limón, en las noches, y luego terminar con agua corriente. Pídele a tu ángel de la guarda y al arcángel Miguel que use esa agua para purificar tu aura. Los baños en el mar y en las cascadas también purifican el aura.

Aerosoles: Los aerosoles comerciales, como por ejemplo los de sándalo, limón, rosas y mastranto son excelentes para purificar el aura y los ambientes; sobre todo si lo haces con esta intención. También puedes hacerlos tú mismo con agua y esencias.

Rosas: Coloca en un envase agua y pétalos de rosas. Usa tu poder de la intención para que esa agua purifique tus espacios. También puedes usarla para limpiar tu aura.

Visualización: Invoca al arcángel Zadkiel y pide su luz violeta. Visualízala como una espiral violeta que te envuelve de arriba hacia abajo depurando todos tus cuerpos; o una espiral hacia arriba que absorbe y libera. Pídele a los arcángeles Zadkiel y Miguel que alejen y liberen toda perturbación.

Música:  Escucha cantos devocionales, mantras, cantos gregorianos, música con campanas... Si puedes entonarlos, mejor.

Pensamientos y palabras: Cuida tus palabras. Recuerda que tus pensamientos y emociones son los principales imanes que te crean tu realidad. Usa tu poder de la palabra para decretar la liberación y purificación de tu aura, tu cuerpo mental, emocional, físico, etérico.

Oración: la oración, la plegaria, el agradecimiento a Dios, la devoción te elevan de vibración; las sombras se alejan.

PROTECCION
Luego de la purificación, es altamente recomendable que te envuelvas en una esfera de luz.

Recuerda que eres un ser de luz. Tus células brillan con la luz del universo. Juntos, decretamos: Que la luz te envuelva, que la luz de Dios se encienda en cada una de tus células... que la luz se manifieste en cada corazón y cada mente de todos los seres humanos en este mismo instante; que se cumpla la voluntad divina para todos. Amén.

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