viernes, 25 de septiembre de 2009

¿Autoestima o ego?

Hay quienes confunden una adecuada autovaloración con la arrogancia, y pueden estar inculcando ésta última a los hijos.

Teresa León/Estampas

El tener una autoestima alta ha demostrado ser clave para el éxito en todas las áreas de la vida, de ahí que muchos padres estimulen la autovaloración de sus hijos desde temprana edad. Sin embargo, las exageraciones y ciertas estrategias para que se estimen pueden inclinar la balanza hacia la arrogancia, vanagloria, fanfarronería o como lo llaman algunos, el "ego" exacerbado.
"La autoestima es el proceso clave: aprecio y valoración de sí mismo, sentirse capaz y competente, apreciado y valorado por otros, con derechos y oportunidades para decidir lo que se quiere en la vida", así la define el doctor Manuel Barroso, experto en la materia, en su libro Ser familia (editorial Galac).
"Con autoestima soy mejor, busco la excelencia y calidad (…) Me siento con el derecho a vivir una vida para la plenitud, sin compararme ni descalificando a los demás".
Algunos padres le dicen a sus hijos que son superiores a los demás, que tienen que ser los mejores, y los estimulan a competir y a ganar siempre a toda costa. Hay quienes les enseñan a ver sólo sus propias fortalezas y demostrarlas, obviando sus debilidades. Algunos padres enfatizan el estatus social como principal motivo de orgullo. Cabe preguntarse, ¿la autoestima de estos jóvenes descansa sobre una base sólida?
"Parte de la autoestima bien entendida es que el individuo aprenda a manejar sus recursos, tiempo, normas y espacios. Cuando no sabe hacer eso, invade la territorialidad del otro, no sabe manejarse, viola las normas y eso es lo que forma un ego extendido, en el cual piensa que debe ser el centro de atención y que su forma de estar en el mundo es asimétrica: 'yo soy superior a los otros", así opina el doctor Mónico Carvajal, director del Instituto Eric Berne, con sede en Caracas, que cuenta entre sus programas la formación de facilitadores de procesos de autoestima.
Cuestión de equilibrio
Una verdadera autoestima radica en que la persona se valore por existir, por el conjunto de cualidades y características que hacen de ella un ser único e irrepetible. Si se le inculca a un niño a considerarse superior a los demás, su autoestima estará en función de los otros; y siempre puede toparse con alguien con mayores capacidades y habilidades. Estaría dependiendo de los otros para medirse y para sentirse bien.
"Lo interesante es que el niño vaya aprendiendo que tiene un conjunto de competencias, habilidades, recursos pero también un conjunto de precariedades, de inhabilidades, de incompetencias", añade Carvajal, quien es psicoterapeuta, coach y facilitador de talleres tanto dentro como fuera de Venezuela.
Cuando no se les enseña a los hijos a ver sus propias debilidades, pueden asumir riesgos que los lleven al fracaso, y terminar echándoles la culpa a otros. Si la balanza se inclina sólo hacia las fortalezas, cuando algo lo impulse hacia las debilidades puede llegar a percibirse sólo como debilidades y defectos. Aquéllos que no ven sino sus méritos podrían desarrollar miedo a ver sus flaquezas y a ocultarlas en lugar de hacer algo para mejorarlas.
Para valorarse no se necesita ser perfecto; esa valoración no es sólida ni real. Si una persona no conoce sus defectos, no puede tener una adecuada autovaloración, ya que el autoconocimiento es uno de los pilares de una autoestima óptima.

Amor incondicional
Si al hijo se le reconoce y se le ama por su esencia, por existir simplemente, por sus cualidades intrínsecas, desarrolla una autoestima óptima. Los elogios y las muestras de cariño por lo que tiene o hace elevan su autovaloración, pero no son tan potentes como aquéllos que expresan un amor incondicional. Si sólo se les elogia por lo que hacen, y no por su forma de ser, en algún momento pueden pensar: 'me quieren solamente porque obtengo buenas calificaciones, por hacer lo que esperan de mí, no por lo que soy'.
Una de las principales definiciones de una adecuada autoestima es sentir amor por uno mismo. Pero no conviene exagerar. Egoísmo, egocentrismo, egolatría… todas estas palabras se relacionan e identifican fácilmente con el amor excesivo a sí mismo. Las personas con estas características, lejos de disfrutar los beneficios psicológicos, sociales y de toda índole de una elevada autovaloración, lo que consiguen muchas veces es el rechazo de la gente.

leelo completo en:
http://www.eluniversal.com/etemas/vivirjovenes1.shtml

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