Gran parte de la belleza de la vida está en el color. Cada
tonalidad con la que se viste el amanecer,
los árboles, los mares, y cada matiz en los alimentos nos nutre de
distintas maneras.
Cada color tiene propiedades particulares. Podemos recibir
sus beneficios a través de las prendas de vestir, en los alimentos, los
ambientes, etc.
Los colores que vemos a simple vista son una manifestación
de una energía que tiene frecuencias más elevadas. Esas energías más elevadas son rayos de luces
de color que son parte de la esencia divina, y tienen propiedades específicas.
Es lo que se conoce como rayos o llamas divinas.
Así como nos beneficiamos del color en sus formas más terrenas,
nos podemos ayudar con sus frecuencias superiores, conectándonos con la
visualización y la oración.
Rayo Azul: El arcángel de este rayo es Miguel. Visualiza su
resplandeciente espada azul cortando lo negativo y vencido en tu vida. Siente
cómo te envuelve su color para conectarte con la protección, la justicia
divina, la fuerza y la fe.
Rayo Amarillo: La esencia de este rayo es la sabiduría e
iluminación. Pídele al arcángel Jofiel y a sus ángeles que te irradien en tu
mente su luz dorada para aumentar en ti la comprensión elevada en cada
situación.
Rayo Rosado: Invoca al dulce y potente arcángel Chamuel para
que irradie más amor en tu corazón, sane
tus relaciones, aumente tu capacidad de aceptarte a ti y a los demás como
verdaderos hijos de Dios.
En tu corazón tienes la chispa divina de estas tres esencias;
visualízala, bendícela cada día con la intención de acercarte más a tu esencia
divina.
Bendice la llama divina en el corazón de tus hijos, con
respeto y amor, y estarás bendiciendo grandemente. Namasté.
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